{in}: Buenas noches Antonio, gracias por atender a la invitación de {in} finitos. A manera de presentación, quisiéramos preguntarte que es Yemail Arquitectura.

AY: Yemail Arquitectura es el estado actual de una práctica que inicia con un proyecto personal hace once años. Tiene que ver con mi formación: yo soy arquitecto, soy diseñador industrial, y recién terminé diseño fui a Barcelona a realizar una práctica allí. Al volver tuve la idea de formar una oficina informal, una idea de espacio de trabajo en donde lo que nos interesaba era la energía de las ideas sin necesidad de estar enfocados en un proyecto específico. De eso ya han pasado once años. 

{in}: Según la propia página de Yemail Arquitectura, Uds. son una oficina de arquitectura que desarrolla proyectos de diversas escalas, desde mobiliario, realización de instalaciones, exposiciones, intervenciones en el espacio urbano hasta remodelaciones oficinas, locales, casas. Entendiendo que cada encargo es una oportunidad para desarrollar una idea en común ¿en qué consiste la práctica de Yemail Arquitectura? ¿Cuáles son los argumentos o los intereses que tienen ustedes y que quieren poner a prueba en cada proyecto?

AY: Definitivamente nosotros hemos querido huir de la especialización proyectual tanto nos ha sido posible, sobre todo porque entendemos que la arquitectura es una sola cosa. La arquitectura es una cosa que se resuelve a través de un detalle o se resuelve a través de un edificio público o privado. No hay una predilección necesariamente enfocada a un programa arquitectónico predilecto en el trabajo, y en ese sentido el repertorio de ideas proyectuales o de inclinaciones con las cuales resolvemos los proyectos son compartidas para todos ellos. Hay una frase de [Álvaro] Siza que me encanta: “… un proyecto es la maqueta de siguiente”.  Hay una insistencia en la forma en la que nos enfrentamos a los proyectos que nos permite pensar que las ideas vienen encadenadas y que sin importar el programa, la localización, la permanencia -porque a veces hacemos arquitecturas efímeras, situaciones que se montan o desmontan-, pueden persistir dentro del encargo. Hoy en día nosotros hemos querido acotar ese universo diez años después en cuatro ámbitos de trabajo muy concretos. Tu mencionaste algunos, tienen que ver con la vivienda como un problema de la domesticidad, es decir, nos interesa como línea de trabajo la habitabilidad, la gestión de la vivienda a nivel urbano, pero también nos interesan los emprendimientos, es decir, cómo la arquitectura puede estar el servicio de sectores creativos que normalmente necesitan soluciones espaciales que requieren más o menos riesgo y ahí es donde entramos. Nos hemos enfocado también en la cultura; Colombia es un país que ha estado relegado en muchas discusiones, ha estado bastante enfrentado a violencia, conflictos internos, combates. De una década para acá se puede decir que el país ha tomado una especie de segundo aire, y eso se nota en su capital cultural; ahí es donde hemos querido también enfocar nuestra práctica que tiene que ver colaboraciones con instituciones, museos, galerías, espacios, artistas, sobre todo de gran complejidad. Nos interesa saltar a la gran escala o a desarrollar complejidad, proyectos de complejidad a través de ese hilo argumental. Y últimamente estamos llegando a otra escala de alguna manera mucho más orgánica, que es la escala de la ciudad.. Todo eso habla de cierta flexibilidad en los perfiles de los encargos, pero insisto en que están encadenados entre sí porque se comparten principios elementales, la búsqueda constante de favorecer la diversidad. Esta ha sido en cierta medida la búsqueda transversal del trabajo que hemos hecho en once años, construir esquemas de trabajo que favorezcan la existencia de múltiples actores, de formas de vida, de procedencias materiales, técnicas de mayor o menor resolución, incluso con situaciones formales y plásticas. Hemos ido encontrando que eso es una forma de entender de manera más simétrica la vida, y que la arquitectura puede representar.

{in}:  Justamente mencionaste el término diversidad. En su página web precisan que a través de la diversidad tienen la intención de desestimar las simplificaciones o hegemonías que podría tener trabajar con esta gran variedad de proyectos, escalas, tamaños, tipologías. ¿Podrías expandir un poco la acepción de diversidad con la que ustedes operan?

AY: Empieza con un reconocimiento del campo de la biología y de la ecología. En la universidad estuve trabajando con biólogos y vi clases de biología intensas en un momento de mi inclinación personal. Leí [Fritjof] Capra, leí “La trama la vida”, y ese libro para mí fue fundamental y me dio herramientas para entender un poco el contexto en el que estamos. Un país como Colombia, con esa historia colonial, violenta, tiene muchísimos problemas para definir una identidad. A mí me parece que eso es totalmente crucial o es un síntoma, a veces, de que las cosas sean tan disfuncionales. Un país que tiene una identidad tan difusa es un país muy susceptible y en cierta medida vulnerable a todo tipo de temas, y la arquitectura no está por fuera de eso. Una escuela, una práctica nacional que no esté muy enraizada, que no entienda un poco el contexto del que viene, me parece una práctica débil o prescindible. Y en esa medida el discurso de la diversidad se amolda muy bien a territorios de Latinoamérica, como por ejemplo Venezuela o Colombia. Cuando hablamos de diversidad lo hablamos en un marco extendido, no solamente biológico o ecológico -en términos de la población de especies de fauna o flora que existen, que es mega potencial en estos países-, sino a nivel cultural, político, étnico, lingüístico. Colombia es bastante rico en este sentido. Entonces, cuando nosotros entendemos el estímulo de la diversidad conformamos la espina dorsal del trabajo que queremos hacer, porque se aplica mucho más a la realidad y nos permite dialogar mucho mejor con la realidad perfecta con la que a veces hay que trabajar aquí. Entendemos que la diversidad es simplemente una plataforma de acción. Me parece que en la diversidad se resumen mucho de las crisis y de las urgencias que tenemos, es decir, las crisis de identidad, la emergencia de nuevas singularidades, el respeto por las inclinaciones, por la diferencia -sobre todo un país tan polarizado y politizado-, que parece que es ideal que la arquitectura se ponga al servicio de visualizar muchas de esas situaciones. Es lo que lo que tratamos de hacer día a día con el trabajo que hacemos.

{in}: Por lo que nos comentas, pareciera que tácitamente cada proyecto tiene una dosis de investigación en su desarrollo. ¿Para Uds. la investigación en arquitectura consiste en un acto previo, paralelo, o posterior a la proyectación? ¿Emplean Uds. algún proceso empírico o solo es ocupan metodologías espontáneas atingentes a cada encargo?

AY: Te diría que es una mezcla de todas las anteriores. No concibo la práctica separada de la teoría de la investigación, no concibo la idea de hacer proyectos que no están desencadenados uno del otro. Si entiendo que la práctica es una línea de tiempo en la que un proyecto va generando conclusiones para el siguiente, y a veces eso se evidencia más o menos en los proyectos. Yo he tratado de hacer taxonomías -a propósito de los once años que llevamos de práctica- de los esfuerzos que hacemos a nivel formal, material, tecnológico, o programático; hay unas líneas guías que rigen ese trabajo y en los cuales se puede reconocer cierta investigación de fondo: en cierto tipo de geometría, en el uso de ciertos materiales, pero también en el desempeño y en la vida que ofrecen los proyectos, incluso de la vida más espontánea que esos proyectos pueden generar. Hay investigaciones que estamos haciendo. No todos los proyectos tienen el mismo espacio de tiempo y el mismo espacio de desarrollo para poder construir esquemas de documentación, de teorización, o de investigación tan profundos como otros, pero si hay proyectos de base que nos permiten hacerlo. Eso también tiene que ver un poco con el tipo de práctica o de la academia en la que estuve en un momento dado. Siento que cierta formación como docente puede influir en eso porque, finalmente, la docencia obliga a esa retroalimentación permanente con la realidad; una manera de medir lo que se aprende o lo que se enseña en las aulas con la realidad, es a través del proyecto. Los arquitectos que a mí me interesan desde siempre -ni siquiera desde la modernidad sino desde siempre- han sido los arquitectos que han combinado con mayor solvencia la idea de proyectar con la idea de teorizar.  Entonces es fundamental para nosotros poder documentar nuestros proyectos, publicarlos cuando sea posible, o hacer auto encargos -algunas veces los hemos hecho- que nos permitan a investigar sobre los temas que nos están interesando en ciertas situaciones.

{in}: Nos parece interesante que declaran que les interesa mucho prestar atención a los procesos implicados en el diseño y construcción de las obras, es decir, destacar el proyecto que enmarca cada obra. En este sentido nos gustaría preguntarles sobre qué herramientas ha desarrollado para registrar, representar, e incluso divulgar estos procesos.

AY: Hay una práctica muy disciplinar dentro de la vida cotidiana al estudio, en el sentido de que los proyectos se hacen normalmente en un momento específico, de una manera bastante disciplinar diría yo, asociado a la producción de planimetrías, de maquetas de estudio, de visualizaciones, de prototipos de detalles en ciertos casos. En ese sentido no dista mucho de una práctica que intentamos hacer lo más riguroso posible. Pero, por otro lado, existen otras maneras de investigar sobre los proyectos, a veces de manera indirecta a través de investigaciones paralelas... Si hacemos un esfuerzo específico por registrar lo procesual dentro de los proyectos, es decir, para nosotros el proceso es aún más importante que la idea primigenia. No sé cómo explicarlo bien, pero estamos muy abiertos y bastante entrenados aquí a que el devenir de las cosas, la cotidianidad, los procesos del desarrollo de una obra, o la construcción permeen las ideas no solamente de la ejecución sino de la conceptualización de los proyectos. Muchos de los proyectos que hacemos terminan dando unos rumbos inesperados al testearlos con variables de la realidad. Variables de la realidad no solamente son el programa o el terreno, sino el presupuesto y todos los tipos de restricciones que para nosotros termina siendo un kit de variables que intentamos volver positivas. Hay cierto optimismo por el que hemos aprendido a trabajar y se basa justamente en eso, en que ese paquete de restricciones en las que podemos identificar muy bien un procedimiento casi diagramático preliminar al diseño. Creo que estoy muy alineado con arquitectos que defienden que el proceso proyecto tiene tanto de gesto inspiracional y plástico, como de resolver una ecuación de variables, es decir, la forma es una ecuación de transformar ciertas variables y esas variables tienen que ver con esas restricciones y con cierta habilidad práctica o técnica a través del discurso técnico, que se pueden volver variables positivas dentro del proyecto.

{in}: Además de la realización de encargos, también has desarrollado una dilatada carrera en el campo de la docencia ¿Qué particularidades les ofrece los proyectos académicos que proponen dentro de la universidad a diferencia de los proyectos que desarrollan en la oficina?

AY: Evidentemente yo tuve un tránsito por la universidad un poco extenso: yo entré en el 2000 y salí en el 2015. Estuve quince años corridos dentro de la universidad, prácticamente ininterrumpidos, pues, como les contaba, hice dos carreras que se traslaparon, y continué después con siete años de docencia inmediata. Fue un paso un poco orgánico entre graduarse y entrar a asumir un rol docente inmediato; eso me dio cierta posibilidad de madurar algunas de las ideas que había tenido desde un plano mucho más académico, siendo estudiante, pero al mismo tiempo me dio un punto de saturación en el tema. Tomé una pausa de la docencia justamente porque sentía que a veces no podía separar la práctica dentro de la oficina con la práctica docente. No sé si esto es una autocrítica porque aún no sé si eso sea una manera correcta o no de ejercer, me parece simplemente que era la que se me daba porque los tiempos de la docencia y la práctica están completamente entremezclados. Yo hacía nueve horas de clase a la semana y era imposible desligar una cosa con la otra y, por supuesto, sentía que los proyectos que estamos haciendo en la universidad tenían muchos matices personales como de las inclinaciones con las que nosotros resolvemos los proyectos acá y viceversa. Por el tipo de proyectos que hacíamos en la universidad, de trabajo con comunidad, de construcción de proyectos literalmente, sentía que todo se estaba volviendo como una especie de yin yang. Pero no sé si era un sano equilibrio y justamente por eso tomé una pausa. Evidentemente la docencia es el campo en donde experimentar de manera más radical ciertas situaciones de la vida cotidiana que una oficina no permite. Pero, a veces, llegar a consolidar esa idea de que tú quieres experimentar en el salón de clases toma tiempo, y simplemente quería depurar mucho más las ideas. no creo que haya un estado ideal sólo trabajando en un estudio, sólo trabajando en la academia o sólo teorizando, sino más bien construyendo una amalgama. Creo que esas son las posibilidades que tienen esta generación, de ser bastante flexible. Además, ahora más porque estoy viendo el surgimiento de la generación que le sigue a mi generación de arquitectura. La veo con cierta crisis existencial que se convierte en un potencial, es decir, esta generación -no solamente de arquitectura sino planetaria- está en una crisis porque es una generación de tránsito en la que existen muchos problemas que no se van a poder resolver. Es muy individualista, pero también está hiperconectada, hiper educada en ciertos términos. Ese vacío existencial los lleva a explorar en campos están mucho más allá de la arquitectura. Hay muchos arquitectos explorando en cine, en arte, en moda, en bilogía, en política; en fin, hay muchos territorios que están fuera de la arquitectura y que algunos pueden traslapar con su práctica de una manera muy potente y hacer cosas maravillosas con eso. A otros simplemente no les interesa eso. Eso es algo que presiento que ahora está pasando con la práctica, los dogmas finalmente se cayeron hace tiempo y están mostrando lo peligroso que eran para el ejercicio de la arquitectura; cómo la aplicación de ciertos principios ya se volvió contraproducente en todos los aprendizajes de la posmodernidad. A mí me gusta estar bastante abierto a esas intuiciones y tal vez por eso termino volviendo a la academia como un sitio seguro, un sitio firme; siento que allí de alguna manera se puede experimentar con ciertas reglas que permiten no dispersarse.